Me cansé de dar explicaciones al viento. De colmar los vasos medio vacíos con palabras sin retorno. Me cansé de los “tequiero” sin sentido que solo servían para llenar la carencia de lo que no era. O de lo que sí, pero no supe ver.
Fue demoledor fustigarme con las interpretaciones ajenas que no eran las mías propias, ni el significado que yo daba a mis impulsos. Rendir cuentas a la prepotencia y a los prejuicios de quienes pensaban que eran el ombligo del mundo, fueron intentos caídos en saco roto. Mientras el mundo se los comía a ellos, sumidos en su ego mal entendido, mal interpretado… mal gestionado. Terminé exhausta de sacudir mis sentimientos, para anteponer los de los demás a mi propia existencia.
Caí. Caí como cualquier ser humano cae, por un querer, sin suficiente amor propio. Por un querer, sin querer. Porque eso de querer bien es para los valientes, los impávidos, los héroes. Y seguimos pensando que querer mucho nos hace osados. Ay, piénsalo. No, qué va. Querer mucho sin querer bien, no es querer. Como querer a medias, tampoco. Y claro, así no.
He querido hasta rozar el fondo metafórico desde mis entrañas. Con tanta pasión desmedida que dolió. Dolió alguna vez que otra, claro. Pero sufrir también es parte del proceso para poder resurgir de las cenizas, del lodo, de la oscuridad pintada con sentimientos confundidos por el apego que no sabemos gestionar. Ay, querida vida, cuánto tengo que seguir aprendiendo de mis tropiezos hechos caricias. Seguiré los pasos de la pasión y la osadía que tanto me han enseñado a ser feliz hasta hoy.
Y mañana, bueno, mañana es un futuro demasiado incierto aún. Es el aquí y ahora. Y ya está.
Una magnífica y bellísima reflexión, Rovica.
Hay que dejar de darle explicaciones al viento y ver el mañana como un futuro por descubrir, sin dejar de disfrutar del presente. ¡Di que sí!
Abrazo Grande.
«Yesterday is the past, tomorrow is the future, but today is a gift. That’s why it’s called the present. Never give up. Live in the now.» Esta es una famosa frase, que mi tio Ricardo me la ha recordado alguna vez. Muchas gracias J. Antonio. Un abrazo grande también para ti amigo.
Dicen que la experiencia es la madre de la ciencia. Hay que perdonar pero no olvidar porque el que olvida vuelve a caer o tropezar en la misma piedra.
Equivocarse forma parte del ser humano. Si no aprendes a la primera, la historia se repite hasta que entiendas el por qué debes aprender la lección. Un abrazo M. Carmen.
Nos pasa a todos, no acertamos a cada instante ni tampoco hemos de examinarnos a cada cosa que hacemos o decimos. Explicaciones a quien te las pida y a veces tampoco. Solo aprender para la próxima que será otro de los tropiezos y así seremos siempre…nosotros. Un abrazo.
La experiencia es la que te enseña, te moldea y te hace crecer a medida que avanzas por la vida. Tiene mucho que ver aprender de los errores y aplicar ese conocimiento para descubrir cosas nuevas en lo que haces y reflexionar sobre cómo te afectan las situaciones que vives, lo que lleva a construir tu propio manual de vida a medida que avanzas.Un abrazo Paz.