Hola amig@s lector@s
Hoy, desde El Rincón de Rovica: Ella… Ella no era guapa, algunos le decían bonita, pero no lo creía. Nunca fue lo que esperaban de ella, ni siquiera lo que ella misma esperaba. Ella no era lista, sólo era inteligente, que hay una gran diferencia. Ella no era decidida, sólo impulsiva, sin remedio. Ella no era fuerte, sólo aparentaba serlo, la capa de superwoman la doblaba cada noche al ponerse el pijama para poder hundirse en la almohada y llorar por todo o llorar por nada. Era fuerte de otra manera, con el corazón roto y llena de cicatrices cada día se levantaba…
Rovica.
Ella siempre perdonaba, pensaba que si le hacían daño era porque la necesitaban, o porque sufren por dentro, y por eso siempre aguantaba. Ella tenía miedo, a que la hirieran, pero siempre se olvidaba la armadura en casa. Ella perdió en el camino a quién más quería, piensa que allá en el cielo la observa, y en los días que algo sale bien, lanza un guiño ahí arriba, y en bajito le da las gracias.
Ella no se olvidaba de nada, las fechas de cumpleaños las lleva grabadas. Ella era un desastre, pero se negaba a ser un instante, por eso nunca olvidaba. Ella tenía una sonrisa sincera, del mismo tamaño que el dolor que la pesaba. Ella te acaricia por las noches, aunque tú no lo sepas, pierde su mano en tu pelo y desciende los dedos por tus mejillas, y cuando te quedas dormido, se aleja de puntillas.
Ella intenta besar almas, no labios, por eso besa bonito sin tener mucha práctica. Ella se ilusionaba, también soñaba e imaginaba despierta, error garrafal, como otros varios, por eso se decepcionaba. Ella era, distinta, aunque no te lo creas. Nunca o rara vez se maquillaba, era perder el tiempo, que tanto le faltaba. Ella era la cura de las enfermedades de otros, pero siempre se contagiaba. Daba sin recibir y eso le mataba. Creía en las casualidades, no las desafiaba.
Ella quería “un buenos días”, con eso le bastaba, no hacía falta añadir princesa en los mensajes que anhelaba. Ella hablaba con sus ojos, algunos dicen que embrujaban, con su mirada expresaba, besaba, incluso hacía el amor, odiaba, retaba y gritaba. No sabe el color de los mismos pero quien sabe mirarla cuenta sus pestañas.
Ella no perdía las ganas, se las quitaron, con empeño y saña. Él no la veía feliz y lo que él no sabía es que ella era feliz sólo con mirarla. Y si alguna vez ojeara su alma, encontraría lo que le escribía en secreto, así, sin decir más nada. Él le empujó a irse y ella no dijo adiós, ni mandó un último beso… Ella hacía mucho ruido, pero cuando se iba, lo hacía en silencio.
Maravillo!!!!!!
Muchas gracias amiga Silvia! Besos bonita!
Me ha encantado.
Tus escritos atrapan y quieres seguir leyendo más. Me alegro haber conocido tu blog
Muchas gracias! Es un placer saber que te gusta mis textos. Feliz domingo. Un cordial abrazo.