Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y, no teniendo nada que hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente discusión:
—¿De qué utilidad eres tú? –dijo el alfiler a la aguja–. ¿Y cómo piensas pasar la vida sin cabeza?
—¿Y a ti ?–respondió la aguja con tono enfadado–, ¿De qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?
A lo que el alfiler replicó:
—¿Y de qué te sirve un ojo, si siempre tienes un hilo en él?
De nuevo la aguja contestó:
—Pues yo, con un hilo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.
El alfiler contestó cabreado:
—Sí, pero tu vida será muy corta, pues dependes de tu hilo.
Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña en la habitación deseando coser. Tomó la aguja y echó mano a su labor por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Entonces cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y, disgustada, lo echó con la aguja en la cesta de la labor y se marchó.
El alfiler y la aguja retomaron su conversación.
—Con que aquí estamos de nuevo –dijo la aguja–. Parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.
El alfiler, algo entristecido, respondió:
—¡Como nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden y luego… echados en la cesta como nosotros, descubren al final que todos son iguales!
De la Web.
En cuanto pierdan el filo de la lengua, ¿Se darán cuenta de lo buenos que son los demás? Un besazo.
Un cuento muy bonito y además con provecho.
Gracias Carlos, me alegro que te haya gustado. Feliz finde. Un abrazo amigo 😊😘