Asomado a lo anterior, cuando el dolor ya es un eco entre los recuerdos, y la memoria concilia desencuentros con encuentros que existieron, y las afrentas son vetustos pedazos de orgullos errados, porque el momento no permitía ver más allá del momento, y la razón no era más que no saber perdonar… no poder, porque sólo la distancia nos acerca nuevamente, el odio se alimenta de decepción, pero en la perspectiva del tiempo muere en la sensibilidad del amor, y sueño que el destino me permita ajustar cuentas pendientes, recuperar una parte de alguien que los daños me arrancaron del alma, y sin estar lo he sentido, porque más allá de lo nimio de los sentires viajeros, esta lo eterno de los sentimientos, y deseo liberar prisioneros de recuerdos, y respirarlos de nuevo, sin culpas ni culpables… y en mi interior anhelo recuperar tantos abrazos no dados, tantos cariños perdidos, asomado a lo anterior, he decidido no esperar que la casualidad los encuentre… he decidido que la causalidad los halle, he perdonado a mi orgullo por no saber perdonar, y quiero clavarme de nuevo en aquella verdad sincera que un día nos compartió, que no debió separarnos… que nunca nos separó…
El perdón, nos reconcilia con nosotros mismos y con los demas y nos da paz. El más beneficiado es el que perdona. Yo así lo pienso
Buena semana, amiga.
Sin duda M. Angeles, perdonar sana heridas, vivir con la mente y el corazón en paz. Es un acto de amor propio y generosidad tanto para nosotros mismos como para los demás. Muchas gracias. Igualmente para ti amiga, feliz semana. Un abrazo grande.