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  • Última modificación de la entrada:24/01/2025

 

 

Un hombre paseaba tranquilamente por el mercado cuando se detuvo frente a una tienda que exhibía dos loros en una misma jaula. Uno de los loros era espléndido: sus plumas relucían con vivos colores, y su canto melodioso embelesaba a todos los que pasaban. El otro, en cambio, parecía descuidado; su plumaje era opaco y deslucido, y no emitía ni un solo sonido. Sin embargo, lo que más llamó la atención del hombre fue el precio. El loro hermoso costaba apenas veinte euros, mientras que el loro más modesto valía mil euros.

Intrigado, el hombre se acercó al vendedor y le dijo:

—¿Cómo puede ser que el loro bonito cueste tan poco y el otro, que ni siquiera canta, sea tan caro? ¡Deme el de veinte euros!

El comerciante negó con la cabeza, sonriendo con un toque de paciencia.

—Lo siento, señor —respondió—, pero no puedo venderlos por separado.

—¿Y por qué no? —insistió el hombre—. ¿No ve que hay una enorme diferencia de precio? El loro más hermoso y talentoso cuesta una fracción de lo que pides por el que ni siquiera canta. ¡Es absurdo!

El vendedor lo miró con calma y replicó:

—Ah, señor, lo que ocurre es que usted sólo ve lo superficial. El loro bonito canta, es cierto, pero el otro… —hizo una pausa para darle énfasis a sus palabras—. El otro es el COMPOSITOR.

De la Web.
Rovica.

Esta entrada tiene 2 comentarios

    1. Rovica

      Ya ves Marcos, que el uso de este refrán es común en situaciones donde se quiere advertir a alguien sobre la necesidad de ser cauteloso y no dejarse llevar por las primeras impresiones. Muchas gracias por comentar. Buen finde. Un abrazo amigo.

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