No te avergüences de ser una de esas personas que lo dan todo en sus todas relaciones, momentos o aspectos de la vida, sean del tipo que sean. De ser de esas personas que se tiran al vacío, sin importar, si el final puede no ser como el de los cuentos. No te avergüences de ser de esas personas que utilizan el corazón como brújula de los sentimientos, de las emociones y, es más que desobediente, con tu mente. Ser de esas personas que se dejan llevar por los impulsos, de esas que lo entregan todo sin pedir nada a cambio. De las que están dispuestas a dar, hasta aquello, que no tienen.
Dejarse llevar por los latidos del corazón y dejar fluir el alma es lo más bonito de la vida, por eso no te avergüences, que no se te pase ni por la cabeza, porque, lo que no saben aquellos que te reprochan o ironizan sobre ti, es que, en el fondo, a ellos, les encantaría ser como tú y poder dirigir sus sentimientos, sus pensamientos, de hacer lo que les dé la gana, como lo haces tú. Nunca te disculpes por ser sensible o emocional, eso es una señal de que tienes un gran corazón y no tienes miedo a que otros lo vean. Mostrar tus sentimientos es signo de fortaleza y, lo que siente hoy tu corazón, mañana, seguro, lo entenderá tu cabeza…