Es como vivir en un epicentro donde nuestra mirada hipermétrope, es incapaz de ver aquello que tiene más cerca. Nuestros ojos pueden leer las necesidades ajenas, pero son incapaces de descifrar las propias. Estar para todos y para todo cada día, cada instante, tiene una cuota de intereses secretamente elevada. Las señales de este proceso continuado en el tiempo pueden muy bien derivar fácilmente en tristeza, por ello, debemos estar muy atentos.
Por curioso que parezca nos volvemos insensibles a las propias necesidades, extranjeros del propio corazón y vagabundos perdidos, donde uno ha olvidado por completo dónde está su hogar, esa casa donde habita el propio ser.
Decir en voz alta: «estos días no estoy para nadie, me hago falta a mí mism@», no es una falta de respeto. No se hace daño a nadie, no se descuida nada, el mundo seguirá girando y los ríos fluyendo. Sin embargo, acontecerá algo maravilloso, nos regalaremos tiempo, atención y un espacio propio donde refugiarnos. Será como introducirnos en el hueco de un árbol para tomar contacto con nuestras raíces, ahí donde reencontrarnos casi en posición fetal, para nutrirnos y permitir que nuestras hojas, nuestras ramas, crezcan altas y más libres para rozar el cielo.
Párate y visualiza ese bote salvavidas: súbete a él… Es momento de trazar un plan de salvamento. Benjamín Franklin solía decir que: «Si en el día a día no tenemos un plan de supervivencia, estamos condenados, a navegar eternamente a la deriva»…
En muchas ocasiones estamos absortos en nuestras actividades, y perdemos la conexión con nuestro ser interior. Nos invade las dudas y cómo bien dices, sino tenemos un plan de supervivencia, podemos caer un vacío emocional importante. Excelente artículo Rovica. Una reflexión para tomar muy en cuenta.
Así es Manuel. Encontrar nuestro yo interior no es una tarea fácil, puede resultar complicado si nunca te has prestado atención. Debemos cuidar de nosotros mism@s, especialmente, en el plano emocional. Un abrazo amigo.
Lo mismo para ti Rovica.
Gracias por esta bonita y certera reflexión
Muchas gracias marycarmenmur. Un abrazo grande.
Es cierto que a veces nos descuidamos, pensamos en los demás antes que en nosotros, alguien me lo dice continuamente y lleva razón. Y no sé si vamos a la deriva o nos llevan, pero ahí está el otro remo, hablo por mí, para que esa barca de la que hablas no vaya a la deriva. Alguien me encontró para que yo me reencontrase. Es tu reflexión pero al revés. Un abrazo.
«Alguien me encontró para que yo me reencontrase…» Que bonito y que suerte Paz, felicidades. Un abrazo grande amiga.
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