Somos lo que somos. Y sólo las personas que nos conocen de verdad tienen derecho a describirnos. Igual cuando vas por la calle te pones tan seria que pareces un estúpida estirada. O dicen que eres un antipática porque te conocieron en un día de perros en el que lo único en lo que pensabas era acostarte y olvidarte un poco del mundo.
No somos un maniquí en un escaparate. No somos las 24 horas del día encantadores. Y cada uno tiene su personalidad. Igual yo hablo hasta con una piedra, y a ti te cuesta hasta decir buenas tardes cuando entras a un sitio por lo tímido que puedes llegar a ser. Igual a mi no me cuesta abrirme con gente desconocida, contarle mi vida y, en cambio tú, no eres ni siquiera agradable hasta que la conoces de verdad. A lo mejor yo soy la persona más cariñosa del mundo, y a ti te cuesta hasta dar dos besos cuando te presentas. Somos muy diferentes. Cada uno es de su padre y de su madre.
Cada uno viene de sitios diferentes, de familias diferentes, de culturas diferentes, religiones diferentes, costumbres diferentes. Por lo tanto, intenta entender a los demás aunque sean diferentes a ti. Porque eso es lo bonito. Encajar como un puzzle. Y, si es necesario, cortar un poco nuestras fichas para que las piezas puedan encajar. ❄️☃️