Das un paso, luego otro y así vas haciendo tuyo ese nuevo camino. Experimentas un miedo constante, que te hace cerrar los ojos en cada movimiento, sabes que vendrán cambios, pero te impregnas de esa seguridad interior que llevas y que te da esa dosis de fuerza para seguir. Tus latidos se aceleran y el pasado pone la mano en tu hombro llamando tu atención…pero tú le miras de reojo, porque sabes, que sólo intenta detener tu marcha. Entonces coges aire, pones tu mejor sonrisa y sigues, mientras anhelas ese nuevo comienzo…
Rovica.