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  • Última modificación de la entrada:18/10/2024

 

 

 

El lobo ártico, un verdadero superviviente. Con un aspecto muy parecido a un Husky, el lobo ártico (Canis lupus arctos) es un animal sorprendente que habita principalmente en una de las regiones más inhóspitas de la Tierra: El ártico canadiense. Pocos mamíferos son capaces de soportar los meses de oscuridad y las bajas temperaturas de este hábitat, donde el termómetro no supera los 22 grados bajo cero.

El lobo ártico pertenece a la familia de los cánidos y es también conocido como lobo polar o lobo blanco por su largo y blanco pelaje. Es uno de los lobos más grandes que se conocenSu altura varía de 63 a 78 centímetros y su peso medio es de 45 kilos, aunque se han llegado a encontrar ejemplares de hasta 80 kilos.

Para protegerse del frío extremo, el lobo ártico posee dos capas gruesas de piel. La capa externa forma una barrera impermeable y se hace más gruesa cuando se acerca el invierno. Para caminar sobre el suelo helado, sus patas están preparadas para equilibrar su peso y mantener un buen agarre sin hundirse.

El lobo ártico necesita extensos territorios para encontrar comida suficiente, espacios que delimitan y defienden con marcas olorosas y aullidos. Cazan en manadas organizadas en torno a una rigurosa jerarquía social donde el macho y las hembra alfas son los jefes. Los toros almizcleros y los caribúes son los principales sustentos de estos lobos, los cuales pueden llegar a recorren extensiones de hasta 2.000 kilómetros cuadrados en busca de su presa. Como curiosidad, son capaces de comer más de nueve kilos carne de una vez gracias a sus afilados dientes y grandes mandíbulas.

La escasez de alimentos junto a la caza y la pérdida de hábitat son las grandes amenazas a las que se enfrenta esta especie en peligro de extinción.

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Rovica.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. JascNet

    Hola, Rovica.
    Este bichito es precioso, además de ser un auténtico héroe de la supervivencia. ¡Que maravilla de la naturaleza para afrontar entornos tan complicados!
    El problema, como siempre, es el humano. Tengo un vecino con un perro de esta raza y aquí el clima no es precisamente parecido a su lugar de origen, afortunadamente (vivo en Cádiz).
    Cada vez que lo veo pasear por mi barrio o lanzar algún ladrido en su casa, (se escucha en la mía que está al lado), siempre pienso lo mismo: ¿Estará sufriendo el pobre animal por no estar en su hábitat?
    ¡Qué pena que la humanidad se empeñe en satisfacer sus antojos aunque fastidie a la naturaleza!
    Preciosa entrada, texto y fotografía.
    Abrazo grande y cánido.

    1. Rovica

      El perro, la hormiga u otro animal no saben nada de eso, no sienten el conflicto, se sienten parte de la naturaleza y responden a sus leyes y nada más, sin pensar. Nosotros, los humanos sí deberíamos pensar y valorar, “esto es bueno o malo”, y ese aspecto racional es el que nos hace sentirnos separados muchas veces de la naturaleza y no somos capaces de comulgar de forma total con ella.
      Mucha razón llevas, especialmente, respecto a lo que dices: “Qué pena que la humanidad se empeñe en satisfacer sus antojos, aunque fastidie a la naturaleza”
      Aunque tengo que decirte J. Antonio, que a mi hermano le regalaron un husky, (ahora ya tiene 3 añitos) y es super educado, simpático e inteligente, además hace muy “buena liga” a pesar de la diferencia de tamaño con mi perrito (un Bichón Maltés, de casi 5 años) cuando están juntos juegan los dos un montón y se les ve felices. Buen fin de semana. Un abrazo amigo 🐶😊

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